domingo, 19 de marzo de 2017

La necesidad INTERNA de SIMPLIFICAR

Hace bastante tiempo que me falta espacio y me sobran objetos, personas, tareas... 

Muchos los he ido incorporando yo misma en una tendencia acumulativa sin freno a lo largo de los años y algunos me han sido y me son impuestos; pero unos y otros me asfixian.

Creo que ha llegado el momento de coger las riendas y dar el alto, ya que me siento perdida en medio de toda esa marabunta.

Reflexionando, he llegado a la conclusión de que en general vivimos aplicando la filosofía consumista a todos los ámbitos de nuestras vidas. Yo, por supuesto, también me he subido a la ola. No recuerdo muy bien en qué momento, pero sí recuerdo otra época pasada en que no era así, en que vivía con lo mínimo indispensable sabiendo y controlando todos mis recursos (de todo tipo), sin excesos.

Actualmente las cosas que acumulo han creado un caos ingobernable. Ya no sé cuáles ni cuántas ni dónde exactamente. Constituyen un ejército armado que poco a poco me ha ido ganando terreno.

Durante bastantes años no caí en la cuenta de cómo iban aumentando estos "inquilinos": títulos, cursos de formación de lo más variopintos, contactos de teléfono y redes sociales, ropa, calzado, libros, fotocopias de libros, cuadernos, cajas, carpetas, archivadores, documentos, materiales manipulativos que voy elaborando curso tras curso para mis alumnos/as, menaje de cocina, aparatos electrónicos, bolígrafos, lápices, pinturas, juegos didácticos, juguetes, muebles, amigos, conocidos, reuniones absurdas, actividades estériles... Las categorías se cuentan por decenas y los elementos por centenas (quizás millares, en algunos casos). Ya sólo intentar recordarlos y nombrarlos me produce vértigo.

¿Es necesario dar cabida a tanto "lo que sea"?. ¿Cuándo cerrar las puertas y ventanas?. ¿Por dónde empezar a reducir?. ¿Qué método seguir?.

Por el momento he empezado por lo más sencillo: agenda telefónica y "amigos" de redes sociales. Un buen día cogí el móvil y allí había Cármenes, Juanes, Marías y Fernandos a los que hoy por hoy me era imposible identificar. Creo que es una señal inequívoca de que no me he relacionado con esa gente en los últimos meses o años... Así que... ¿qué pintan en el listín telefónico del móvil o en Facebook?. ¡Fuera!. 

Otra cosa que ya no hago es anotarme a cursos de formación porque sí. He empezado a ser muy selectiva. Antes me parecía que tenía que aprovechar todas las oportunidades formativas que había disponibles, a lo mejor porque durante mucho tiempo tuve que acumular puntos de formación para oposiciones, trienios, sexenios... Vamos, que me tragaba todo lo que podía hasta que me empaché. Últimamente sólo iría si hubiese detrás una fuerte motivación. Llega un momento en que el tiempo se te cuela en un montón de actividades sin sentido y ciertamente los cursos eran algunas de ellas. No es que considere que la formación sea innecesaria, pero llegado a un punto hay que hacer un paréntesis. Las cosas no cambian tanto de un año para otro, no te desactualizas por ello, y, por otra parte, tampoco puedes aplicar todo lo que se te enseña. Al final, se convierte en un proceso acumulativo más.

Tengo muchas más cosas que eliminar en mente para simplificar mi vida, desde ropa hasta papeles pasando por libros y ciertas personas. Aún no sé cuál será el siguiente paso depurativo.