Amelia es una antigua escritora de cuentos infantiles y madre abnegada, viuda desde hace casi siete años. Su marido se murió en un accidente de tráfico mientras conducía para llevarla al hospital la noche en que se puso de parto. Samuel, su único hijo, y ella lograron sobrevivir - casi indemnes - al accidente.
Desde entonces Amelia trata de sobrellevar esa carga en silencio. Aparentemente, ha logrado superarlo y lleva una vida "normal" con su hijo. No ha podido retomar la escritura, pero trabaja en un asilo de ancianos a la vez que se ocupa de la crianza de Samuel con una paciencia infinita a pesar del grave trastorno de conducta que éste parece padecer y que se manifiesta con un miedo obsesivo por los monstruos, empeño en proteger a la madre de ellos construyendo peligrosas armas caseras, insomnio, rabietas, desobediencia, episodios de ira y agresión contra sus allegados, problemas de adaptación escolar y dificultad para hacer amigos. Sus peculiaridades derivan en un manifiesto rechazo familiar, escolar y social, que no pasa desapercibido ni para él ni para su madre.
Amelia le lee cuentos para ayudarlo a dormir, pero Samuel hace derivar todas las conversaciones hacia el tema de un supuesto monstruo y de lo que él hará para protegerse y salvar a su madre de él. Una noche Samuel elige un libro de tapas rojas y formato "pop-up" que aparece "misteriosamente" en su estantería para que su madre se lo lea antes de dormir. El libro se titula "Mister Babadook". Narra la historia de un monstruo que acecha a un niño y quiere colarse en su casa. La madre queda espantada con el contenido del cuento y trata de deshacerse de él, pero ya es demasiado tarde. Samuel no se olvidará tan fácilmente de Babadook. A partir de ese momento Babadook se convierte en el monstruo de sus pesadillas y se muestra cada vez más convencido de que es Babadook quien intentará atacarlos de un momento a otro.
Después de protagonizar varios altercados en la escuela, en casa de su tía y en su propia casa durante los días previos a su séptimo cumpleaños, Amelia se ve obligada a desescolarizarlo, suprimir las salidas e, incluso, medicarlo con tranquilizantes para evitar que se haga daño a sí mismo y a los demás, quedando, así, aislados ambos en la casa justo cuando se cumple un nuevo aniversario del nacimiento de Samuel y de la muerte del padre.
Una anciana vecina es la única que parece comprender la situación y se mantiene pendiente de lo que puedan necesitar Samuel y su madre en esa fecha, ya que sabe lo duro que es para Amelia enfrentarse a ese día del año.
En este momento de la película la trama da un giro y poco a poco vamos dándonos cuenta de la realidad conforme Amelia va entrando en una fase de declive emocional. La pacífica y paciente madre va transformándose en ese terrible monstruo temido por Samuel. Amelia guarda un profundo y oculto resentimiento hacia el hijo por sobrevivir al accidente, considerándolo, en cierta manera, culpable de la muerte de su marido hasta el punto en que a veces desearía acabar con su vida. Nunca ha celebrado el cumpleaños de Samuel con una fiesta única para él (siempre lo ha hecho con su prima en una fecha distinta a su verdadero cumpleaños), puesto que, en el fondo, le perturba la existencia del niño, y cada vez que se acerca el aniversario de Samuel sale a relucir este oscuro sentimiento. El niño intuye el peligro que le amenaza (¿quizás porque se trate de una situación repetida año tras año?), por eso los días previos ha estado tan nervioso, ansioso por protegerse de ese monstruo - que, en realidad, es la cara más perturbadora de su propia madre -, ideando los más extraños artefactos para defenderse y pidiendo ayuda, a su modo, en el colegio, a su tía y a su vecina hablando continuamente de Babadook. Ésa es la razón también por la que le costaba dormir y advertía insistentemente a su madre de la inminencia de la "visita" del monstruo. Es precisamente en la segunda mitad de la película cuando tal vez, como espectadores, sospechemos que fue la propia Amelia la que escribió el cuento de "Mister Babadook" con la intención de preparar a su hijo para la "aparición" del monstruo y salvaguardar el vínculo con él haciéndole ver mediante el lenguaje metafórico de los cuentos que en esos momentos no es su madre quien actúa sino el monstruo que la posee.
El final queda abierto a distintas posibilidades... ¿Logrará Amelia mantener definitivamente al "monstruo" bajo control?, ¿o sólo lo mantendrá encadenado y encerrado en el sótano durante un año para liberarlo nuevamente en el próximo cumpleaños de Samuel?. La celebración de la fiesta es un rayo de esperanza, mientras el Babadook latente escondido en el sótano nos mantiene alerta por la incertidumbre.
El final queda abierto a distintas posibilidades... ¿Logrará Amelia mantener definitivamente al "monstruo" bajo control?, ¿o sólo lo mantendrá encadenado y encerrado en el sótano durante un año para liberarlo nuevamente en el próximo cumpleaños de Samuel?. La celebración de la fiesta es un rayo de esperanza, mientras el Babadook latente escondido en el sótano nos mantiene alerta por la incertidumbre.
Imagen de la película extraída del blog "Todo lo que mola" |